Sismo de gran intensidad azota Lima.

Nunca en mi vida he sentido semejante intensidad de sismo en Lima. Según los reportes que estoy revisando en la red, el sismo habría alcanzado los 7,7 grados en la escala de Richter, con una duración aproximada de 2 minutos. Se han reportado muertes en Ica, posible epicentro del sismo. Pero la versión oficial la tienen los Institutos que estudian el caso.
Estuve trabajando en mi centro de labores, allá en Mc Donald's de La Marina, en Pueblo Libre, cuando observé que las personas que comían tranquilamente en las mesas, se levantan rápidamente de sus asientos para dirigirse a la puerta principal. "¿qué sucede?, ¿quién esta afuera?" me preguntaba. "Tranquilos, tranquilos, salgan con calma" escuché decir al vigilante y a mis demás compañeros. Entonces me di cuenta que era un sismo que intensificaba su fuerza segundo a segundo.

Las lunas del lobby del primer piso temblaban oleadamente que daban la sensación que se iban a quebrar. El piso se remecía dando la sensación que estuviera surfeando; fue un susto tan grande que dos compañeras rompieron en llanto. La noche era movida y yo me limitaba a apaciguar los comentarios pesimistas que aseguraban que sus familias podrían haber sufrido algun percance.

Los supermercados de los alrededores también sufrieron el azote del sismo, porque pude ver que algunos de sus luminarias explosionaban por el movimiento.

Si bien se mantuvo la calma, muchos de mis compañeros necesitaban cersionarse de que sus padres y/o familiares estaban bien. Yo me incluí en la cola para llamar desde el teléfono fijo del local porque los celulares sufrieron congestionamiento. Algunos lloraban y hablaban largo con sus familias, como reconciliandose luego de una pelea; otros eran breves.

Tuvimos que cerrar el local por motivos obvios y por seguridad de los clientes, debido a que pudimos escuchar en la radio del celular de mi compañero que se pronosticaba otro posible sismo o un tsunami en las próximas dos horas. De solo imaginar que otra réplica podría suceder me obligo a refugiarme en la calidez de mi hogar. Ahora, escribo calmado en mi blog, esperando la llegada de tal pronóstico. Dios quiera que este sismo no sea el antecesor de otro más poderoso y siniestro.